Un término cada vez más popular en México es mindfulness. Las personas usan esta práctica para reducir el estrés y mejorar su calidad de vida. Técnica respaldada por 30 años de investigación, su objetivo es el desarrollo de la consciencia sobre los pensamientos, emociones y cuerpo. La persona se vuelve más perceptiva de sí misma y su entorno, identifica fuentes de estrés y ansiedad, entiende qué le sucede y desarrolla la habilidad para verse a sí mismo desde afuera (Hanger, 2017).

¿De qué manera esta práctica se está implementando en las escuelas?

Hay muchas fuentes de estrés asociadas a los profesores como las demandas de tiempo, carga de trabajo, conductas de los estudiantes, manejo grupal y factores propios de cada institución (Boyle, Borg, Falzon, y Baglioni, 1995). El estrés es perjudicial para el docente, ya que disminuye su creatividad, energía y productividad, e inclusive puede generar ansiedad, frustración o burnout (estrés laboral crónico) con malestares y síntomas clínicos. El mindfulness educativo es una fuente efectiva para manejar el estrés y sentir bienestar, construyendo una mejor calidad de vida que beneficia al docente y su entorno (Bonus, Davidson, Flook, Goldberg, y Pinger, 2013). Países como España, Estados Unidos, Tailandia, Singapur, Francia, Australia, Canadá, Colombia y Costa Rica están implementándola en el aula para capacitar a sus docentes y como método de enseñanza para estudiantes.

 

¿Qué beneficios obtienen los educadores al practicar mindfulness?

Los resultados de las investigaciones destacan una mejora en:

  • Atención. Se fortalecen áreas cerebrales como el hipocampo, permitiendo prestar mayor atención a los estímulos del entorno.
  • Compasión. Se toma consciencia sobre la interacción entre los pensamientos y emociones propias y de los demás, volviéndose perceptivo y empático.
  • Regulación emocional. Se identifica qué produce cierta emoción y cómo se expresa, se evalúa si la respuesta es funcional y se crean nuevas maneras de expresar y reaccionar.
  • Relajación mental y física. Se toma consciencia sobre las respuestas fisiológicas, creando estados de paz y armonía.
  • Se identifican patrones conductuales, es decir, hábitos automatizados; se evalúa si son funcionales para la persona, y se crean nuevas conductas más adaptativas y flexibles que las acerquen a sus metas.
  • La perspectiva se vuelve más objetiva, permitiendo un balance y afrontar adversidades.

(Hanger, 2017)

Esta práctica ayuda a los educadores a ser más productivos en sus trabajos, más comprensivos y empáticos, brindar apoyo emocional en clases y mejorar la organización en el aula.

Querido orientador, esperamos que esta información te haya sido de utilidad, si tienes alguna duda o te interesa saber más de esta práctica, nos puedes contactar.

 

Martha Luz Durán Olín, Maestra en Psicología · Ana Karen Wilson Mercado, Psicóloga Clínica

Directoras del Centro Psicológico CURSO de Vida

cursodevida.talleres@gmail.com

 

 

 

Bibliografía

Boyle, G. J., Borg, M. G., Falzon, J. M., y Baglioni, A. J. (1995). A structural model of the dimensions of teacher stress. British Journal of Educational Psychology, 65(1), 49–67.

Bonus, K., Davidson, R. J., Flook, L., Goldberg, S. B., y Pinger, L. (2013).  Mindfulness for Teachers: A Pilot Study to Assess Effects on Stress, Burnout, and Teaching Efficacy. Journal Compilation International Mind, Brain, and Education Society, 7(3)

Hanger, B. (2010-  2017).  Why mindfulness is needed in education. Mindful School. Recuperado de: http://www.mindfulschools.org/about-mindfulness/our-organization/14/08/2017