Debemos tener una mayor relación con la tierra
Por: Adriana Luna Díaz
Soy bióloga y nunca me imaginé haciendo algo diferente. Creo que nací para estudiar la vida; me apasiona, conmueve, inspira y me da esperanza. Mi nombre es Adriana Luna Díaz y creo firmemente que estudiar biología fue darle sentido y explicación a algo que siempre amé. En este camino, mis modelos a seguir (mi mamá, mi abuela, Lynn Margulis, Rosalind Franklin, A. R. Wallace y Kary Mullis) comparten un fuerte espíritu de lucha, inteligencia emocional y una visión holística del mundo.
Por eso escogí la udlap, por su excelencia académica y por el ambiente que permite crecer más allá de las aulas y obtener un desarrollo humano integral. En este sentido, el resultado no me decepcionó pues mi paso por Cholula fue un proceso de maduración acelerado. Dos momentos fueron particularmente importantes: El primero, la mezcla de júbilo y soledad del primer semestre que me distraía de la razón por la que me había mudado a Puebla y el segundo, mi integración al ceudlap por 2 años. En ambos, el reto era mantener el balance entre libertad, escuela, actividades del Consejo y beca. Gracias a mis papás, a mi familia udlap y a mis profesores, puse en orden mis prioridades y me organicé para cumplir cabalmente con mis responsabilidades.
Desde entonces han pasado 15 años y en ese tiempo he laborado en la academia, gobierno e IP y con esto he visto los aspectos sociales, económicos y políticos de la relación del hombre con sus semejantes y con la naturaleza. Fui auditora, líder de proyectos, gerente general y también trabajé en investigación y docencia. ¿Cómo empezó todo? Mi sueño era restaurar ecosistemas y pasé mi carrera buscando aplicaciones para tal fin. Al egresar, incursioné en biología molecular, para aplicarla en remediación de suelos contaminados lo cual hice en la iniciativa privada. Durante ese periodo conecté las relaciones entre economía, sociedad e impacto ambiental. Posteriormente en la maestría y luego en la Comisión Nacional de Áreas Naturales y Protegidas (conanp), desarrollé mayor sensibilidad social al acercarme a comunidades vulnerables urbanas y rurales –incluyendo grupos indígenas– y observar su relación con la tierra.
Este trayecto no fue fácil. Dentro de los mayores retos a los que me he enfrentado ha sido el ser mujer en un mundo lleno de hombres. Fui líder de un proyecto donde tuve a mi cargo personal masculino, mis compañeros eran ingenieros varones y en las comunidades en las que me desempeñé desde pescadores en Quintana Roo hasta agricultores de la Sierra de Sinaloa, actualmente en el mismo ámbito, la agricultura, trato con muchos hombres tradicionalistas.
Para este y otros desafíos, el aprendizaje que obtuve en la udlap siempre me ayudó a tener diálogos respetuosos: responsabilidad, organización, liderazgo, solidaridad, empatía, trabajo interdisciplinario y en equipo, pedir ayuda, pensar y actuar holísticamente, el valor de la conversación, la vocación de servicio y a articular esfuerzos para alcanzar objetivos comunes; con TDM, además he descubierto las posibilidades que ofrecen las empresas para mejorar la calidad de vida de las personas, y he desarrollado tolerancia a la frustración y a la incertidumbre.
Los resultados aún cuando no han sido fáciles si son muy satisfactorios. He trabajado con comunidades y he visitado lugares inaccesibles, recibí una beca completa para estudiar en Canadá, y me otorgaron el premio pwc Mujer Emprendedora y el premio Banamex al Impacto Social; pero sin duda, mi mayor éxito son mi familia y mis hijos, el encontrar armonía entre ser una feliz mamá, esposa y profesionista.
Actualmente encabezo una empresa social que regenera sistemas productivos para mejorar la rentabilidad y la sostenibilidad ambiental agrícola. Trabajamos codo a codo con fundaciones y ong para llevar nuestra tecnología a comunidades rurales vulnerables en modelos que las integren a las cadenas de valor con mejores condiciones de competitividad y que hagan puentes comerciales para llevar los alimentos orgánicos de bajo costo a las ciudades. Al recapitular mi historia profesional me gustaría haber estado más cerca de mi alma mater y espero poder explorar oportunidades de vinculación a favor de las poblaciones que atendemos.
Particularmente me gustaría transmitir a los estudiantes y egresados que la mejor forma de aprender es haciendo; que se avienten a hacer voluntariados, pasantías, a poner sus conocimientos al servicio de los demás, a buscar el trabajo por el trabajo mismo y a entender que la experiencia adquirida de esta manera será la que retribuya después.
Somos una comunidad privilegiada. Tenemos conocimiento, talento, inteligencia, los recursos, materiales y contacto con personas con mucha experiencia, en todos los ámbitos. Este privilegio nos da también la responsabilidad de actuar por nuestro mundo, sobre todo por aquellos que históricamente han sido dejados atrás. Busquemos formas innovadoras y creativas de aliarnos para combinar lo que somos y lo que sabemos para dar respuesta a esa responsabilidad.
Publicado en Revista Visión exaUDLAP no. 16 año 2016 p. 70-71