…no se juega la vida en una elección,
Aunque para elegir haya que jugarse…
Sergio Rascovan
Desde que tengo uso de razón, decidir vocación ha sido un tema complejo para todos los que en algún momento de nuestra vida hemos tenido que hacerlo, más aún, cuando dicha decisión hay que tomarla en un momento en el que posiblemente no estemos preparados para hacerlo, la adolescencia. Esta etapa, en la cual deseamos ansiosamente independizarnos y convertirnos en adultos, para no recibir más órdenes, no pedir permisos, poder salir más, estar con los amigos, la novia/o, en fin, tantas cosas; es la etapa en la que también nos encontramos en el inicio de la madurez emocional, con un cúmulo de preguntas respecto a qué podemos hacer con nuestra vida, y no hay adolescente, que se sienta preparado para ello. Esta decisión representa para el adolescente el inicio de la adultez
En los no pocos años, que tengo dedicada a esta noble tarea de orientar chicos para que tengan herramientas para decidir vocación, no hay ciclo escolar en el que el primer día de clases, ante la pregunta de ¿para qué eres bueno?, obtenga respuestas como: <<no lo sé>>, <<para nada>>, <<para escuchar>>, etcétera. Son muy pocos los adolescentes que tienen claridad de sus talentos. Aún los más asertivos, viven la experiencia con incertidumbre, dudas y temor a equivocarse.
Hablar de talentos no es hablar sólo de sus intereses o aquello que les gusta, sino de aquello para lo que se es realmente bueno, aquello en lo que nos damos cuenta que destacamos de los demás. Muchos adolescentes, deciden qué estudiar, en función de lo que les gusta, sin embargo, eso no quiere decir que tenga talento para ello. Tal vez, el mundo en el que los <<chavos>> viven, el mundo de la conectividad, ha impedido realizar un ejercicio que pareciera sumamente simple y no lo es. Me refiero a un ejercicio de introspección y de autoconocimiento, en el que el adolescente, vuelca su atención hacia sí mismo en una actitud consciente que le permite darse cuenta de lo que siente, de lo que piensa, y desde luego de lo que es. Es conducirlos en una práctica que parte del interior del individuo para que, de manera libre y responsable, decida el mejor camino.
Ante tales incertidumbres, resulta necesario acompañar a los adolescentes en este proceso, tanto en la familia, como en las instituciones educativas. Es indispensable orientarlos no sólo hacia el autoconocimiento, sino también al conocimiento del medio, la oferta educativa y la inserción laboral. Hacerles ver que la vocación es una decisión personal que únicamente se puede tomar de manera asertiva, dándose la oportunidad de conocerse, y si bien es cierto que existen instrumentos que pueden apoyar la decisión, no son los test, ni los padres, ni los orientadores, quienes darán respuesta a esta compleja decisión.
La vocación es el medio, no el fin.
Mtra. María Teresa Fueyo Mac Donald
Maestra en Educación, cuenta con un Diplomado en Desarrollo de habilidades del pensamiento y un Diplomado en Tanatología.
Es orientadora vocacional en el Colegio América de Puebla y ejerce práctica clínica privada.